jueves, 16 de febrero de 2012

«Ya no damos más de sí»


43 mil kilos de alimentos han entrado los voluntarios de San Vicente de Paúl durante el año pasado.

93 familias se benefician de estas ayudas actualmente. La cifra no para de aumentar desde el inicio de la crisis y de hecho hace algunos años, eran 20 las familias que requerían la ayuda.




La Sociedad de San Vicente de Paúl reparte alimentos a los más necesitados



Rufino esperaba ayer, con su hijo, a que llegara su turno en el número 20 de la calle Ecuador, en Llopis Iborra. Junto a ellos, unas quince personas más también aguardan a ser los siguientes. Hay gente muy joven, casi adolescente. También mayores que rondan los 60 años. Y la mayoría, de edades medias. Los carros de la compra y las bolsas reutilizables están a la vista, sobre todo, los primeros. Azules, a cuadros rojos, marrones. todos están vacíos de momento. Las colas también se han convertido en algo habitual. Mientras esperan, conversan que este mes de febrero les ha dejado un día más que de costumbre al ser un año bisiesto. «¿Qué turno tienes?», preguntan a la siguiente en entrar. «El 25», contesta la mujer.
La puerta que esperan que se abra es la de la sede de la Sociedad San Vicente de Paúl, vinculada a la parroquia del barrio, que reparte alimentos una vez al mes a los más necesitados. A pesar de que el horario es de 9 a 14 horas, llevan atendiendo a personas desde antes de las ocho y media y el trabajo se alargará hasta las cuatro de tarde. Están organizados por números, pero aún así, permanentemente hay cola a la puerta. Hace frío, pero toca esperar en la calle. Dentro tampoco hay espacio suficiente, ya que por todos los rincones hay cajas apiladas de comida.
Benito Nieves y Francisco Borreguero son dos de los tres voluntarios que coordinan la jornada. El primero recuerda qué alimentos les corresponde a cada familia y verifica los datos y el segundo, los reparte. Desde aquí se presta ayuda a las familias del distrito parroquial. Los barrios de Espíritu Santo, las 300, las 232, Charca Musia y una parte de Casa Plata. En este último barrio hay personas que no pueden hacer frente a una hipoteca de 600 euros y deben recurrir a esta ayuda. Cada uno de las personas que solicitan alimentos tiene un expediente con datos de su situación socio-económica. En su mayoría, se trata de núcleos familiares que tienen que mantenerse con una prestación de 400 euros. Desde el comienzo de la crisis, el número de familias que recurren a la caridad no para de aumentar. «Ya más no podemos hacer, no damos más de sí», reconoce José Antonio Frade, otro voluntario.
«Para mí esta ayuda significa bastante. En casa somos cinco personas y el único ingreso que entra lo trae mi mujer, y es poco», reconoce Rufino Goye, que atiende a su hijo, a su nuera y a su nieto, de dos años. «A mí me da igual ir con la misma ropa todos los días, pero el niño tiene que alimentarse bien», dice. Según cuenta, es la última vez que acude a la sede. «Me dicen que no pertenezco a esta parroquia, pero yo llevo viniendo muchos meses aquí a por comida», señala. Tres litros de zumo, dos botes de Cola-Cao, cinco de tomate, tres sobres de crema de verduras, tres botellas de gaseosa, mahonesa, galletas, espaguetis, leche, natillas, macarrones o caldo de carne son tan sólo algunos de los productos que se echan al carro. Media vuelta y hasta el mes que viene.
Durante el año pasado, los voluntarios de San Vicente de Paúl entregaron 43.000 kilos de productos procedentes del Banco de Alimentos, repartieron 3.600 kilos de patatas facilitados por el Club Rotary y otros 1.200 kilos de alimentos sufragados por la propia Sociedad. En suma, ayudaron a 83 familias. Pero la necesidad aprieta más que nunca y el número de personas que solicitan la ayuda es cada vez mayor. Hace años, eran 20 las familias que acudían a esta ayuda y a fecha de hoy, cada mes acuden 93.
Más voluntarios, más socios
Los alimentos ya no caben en el local de San Vicente de Paúl. El almacén está a tope y han tenido que desalojar el ropero para guardar más comida. Necesitan más voluntarios que colaboren en la descarga y colocación de la comida y más socios que aporten dinero. El año pasado, la Sociedad generó un déficit de más de 1.700 euros. Asimismo, reclaman una mayor atención por parte del Ayuntamiento. Disponen de un patio al aire libre que les gustaría integrar en el almacén, pero no hay dinero. «Si no nos ayudan, llegará un día que tendremos que decir a la gente que no», confiesa Frade.
En esta ocasión, el Banco de Alimentos ha proporcionado pocos litros de leche, de modo que el reparto se queda escaso. En la calle, los siguientes en entrar lamentan la noticia. Otros, sin embargo, se lanzan a contar maneras para aprovechar mejor el litro de leche que le tocará a cada uno. Una joven había organizado para esta semana una fiesta de cumpleaños para su hijo y escucha con atención cómo conseguir que la leche cunda más.
La Sociedad también se hace cargo del pago de luz, agua y butano a familias necesitadas que atraviesan momentos límite. Asimismo, en ocasiones entrega vales a los necesitados para que puedan realizar compras de productos básicos.
El próximo 22 de marzo, las colas volverán al número 20 de la calle Ecuador. La crisis achucha. Y cada vez con más fuerza.

Fuente: Diario Hoy
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