Cáceres volvió a cumplir ayer con su tradición más centenaria. No importó que lloviera, ni que a las nueve menos cuarto jugara el Madrid laChampions porque puntual a su cita, Nuestra Señora la Virgen de la Montaña salía a las cinco y media de la tarde de su santuario bajo los sones del Himno de España tocado al órgano y a hombros de los hermanos del turno número 3, que se ocuparon de sacar del templo los 380 kilos de peso de las andas de plata, de unas dimensiones de 2x2, sobre las que desfilaba la talla, una imagen de estilo sevillano realizada en madera de nogal por artista desconocido entre los años 1620 y 1626.
Fue ese mismo turno el que pasadas las nueve y media de la noche condujo a la imagen hasta la concatedral pues, como marca la norma, el turno de carga que saca a la patrona del santuario la deja en Santa María para dar oficialmente inicio al novenario. No pudo coincidir el calendario con un día más bello para Cáceres: el 23 de abril, onomástica de San Jorge, patrón de una ciudad engalanada para recibir a su más venerada imagen, en un acto que volvió a contar con la presencia del presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago, quien por segunda vez desde que ostenta su cargo acompaña a la Virgen en el que es, sin duda, uno de los momentos más especiales para los cacereños.
Fue ayer una intensa jornada de trabajo la de los cofrades y la junta de gobierno de la Real Cofradía que preside desde 2008 el mayordomo Joaquín Manuel Floriano. Todos ellos comieron en el restaurante del santuario los ya tradicionales huevos fritos con patatas y chorizo, y en torno a las cinco de la tarde, el hermano mayor, Antonio Fernández Borrella, organizó los turnos de carga con el reparto de planillos.
Lo hizo junto al templete donde, como es habitual, quedaron dispuestos los 4 turnos de 30 hermanos que conforman los 120 que cargan a la Virgen (todos menores de 65 años) y cada uno de ellos con sus respectivos jefes de turno. En la cofradía existen cuatro escalafones (aspirante, suplente, activo y veterano); este año había 87 hermanos aspirantes, un 30% de ellos eran mujeres (para ser hermano de carga debes tener 18 años y tres de antigüedad). Los aspirantes cargan siempre que hay sitio, es decir, en función de la falta de asistencia de los hermanos titulares de carga que se ausenten, aunque a decir verdad son muchos los titulares que ceden minutos a los aspirantes para que cumplan el anhelado sueño de portar las andas de la patrona.
LAS MEDALLAS Tras la organización de turnos se entregaron las medallas a 2 hermanos veteranos (mayores de 65) e igualmente se otorgaron las medallas a los hermanos que pasaron de suplentes a activos y que adquirieron la condición de hermanos de carga titulares (este año la cifra fue muy numerosa: 11 hermanos).
Luego, en presencia del capellán de la cofradía, Florentino Muñoz, se rezó la Salve. En esta ocasión, el capellán, por enfermedad, no pudo acompañar a la patrona durante todo el recorrido procesional, y la esperó en Fuente Concejo. En su ausencia, participó en la procesión de bajada el vicecapellán, José María Batuecas. Ocurrió lo mismo con el mayordomo de la Real Cofradía, quien al encontrarse de baja, compartió comida con los cofrades y luego esperó en Concejo a la Virgen.
La procesión de bajada inició su camino encabezada por el estandarte de la cofradía, de raso, con un medallón de plata dorada en el centro que reproduce en oro la imagen de la Virgen. Este año ese estandarte, denominado primigenio al ser el más antiguo de la cofradía, lució más bello que nunca tras la restauración realizada por las monjas de Santa Clara, que han efectuado de forma desinteresada un ímprobo trabajo de recuperación del raso, respetando el bordado de oro, con un resultado magnífico, como pudo comprobarse ayer.
Le seguía el estandarte que los cacereños regalaron a la patrona en 2006 con motivo del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Virgen sobre la ciudad. Obra de María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la talla en el centro sobre la que se lee su título de Madre de la Divina Gracia.
Las inigualables manos de la camarera Pilar Murillo hicieron que la Montaña luciera primorosa y que, como mandan los cánones, desfilara con el manto que la ciudad regaló a la patrona al conmemorarse las bodas de plata de su coronación canónica en 1949, una prenda bellísima de estilo renacimiento, hecha con tisú de plata fina, en oro fino de alto relieve. Sobre su sien, la corona de diario, circular de plata dorada, elaborada con las joyas que sobraron de la comunmente denominada 'Corona buena', fabricada en 1924 por el prestigioso joyero madrileño Félix Granda.
LA LLUVIA El tercer turno llevó a la patrona hasta la Trocha, donde comenzaron a caer las primeras gotas y hubo que hacer uso del plástico iglú encargado especialmente por la cofradía hace dos años para estas situaciones. A partir de ahí los demás turnos la cargaron sucesivamente hasta llegar a las Tres Cruces, donde fue ya el pueblo, sobre todo mujeres, quienes portaron la talla. En el Amparo, la cofradía titular de esa ermita, presidida por Juan Andrés Dorado Pavón, promovió de nuevo un homenaje, esta vez en memoria del fallecido José García Jerez, primer mayordomo de la cofradía del Amparo.
En la procesión, los hermanos detuvieron la talla mirando al hospital para pedir por los enfermos. Metros más abajo, en Fuente Concejo esperaban alrededor de 4.500 cacereños, según la policía local. Eran las ocho de la tarde (este año la procesión se adelantó media hora al coincidir con día festivo). Ya en Concejo, donde la lluvia descargó con más fuerza, la Virgen fue aclamada mientras la alcaldesa, Elena Nevado, (que este año no lució su habitual mantilla blanca y optó por un moño italiano y pantalón y cuerpo de encaje en color salmón) le hacía entrega del bastón de mando de la ciudad a la Virgen, que durante el novenario adquiere la condición de alcaldesa honoraria. El que fuera técnico municipal, Rafael Valiente, depositó el ramo de flores de la alcaldesa en las andas de la imagen y tan solo minutos después el general de zona de la Guardia Civil de Extremadura, José Antonio Hurtado, recibió de manos del mayordomo la Medalla de Plata de la Real Cofradía.
AUTORIDADES A la procesión acudieron igualmente la vicepresidenta de la Junta, Cristina Teniente, el presidente de la Asamblea, Fernando Manzano, y el de la diputación, Laureano León, entre otras autoridades civiles. También el obispo (con traje coral morado), miembros del cabildo, mandos militares, además de mujeres con mantillas y trajes regionales.
La patrona enfiló hacia Caleros, hermana de honor de la cofradía, donde se vivió uno de los momentos más emocionantes de la procesión. En la calle, engalanada por sus vecinos, los hermanos bailaron a la Virgen al ritmo del Redoble (la Escuela Infantil del Redoble la escoltó con la tradicional Danza al Santísimo Sacramento, conocida como Danza del Guiador). A lo largo del recorrido, en San Marquino, Caleros y la entrada a la plaza Mayor, la Brigada de Obras instaló arcos ornamentados por el Servicio de Parques y Jardines con hojas de palma de las primeras podas de las palmeras cacereñas, siempre recién cortadas, y flores frescas como celindas, rosas, lilas y espíreas.
ORNATO También el pavimento de Caleros y de la plaza se vistió de romero, igualmente recién cortado de los jardines de la ciudad, esparcido minutos antes de la llegada de la patrona. La talla lucía impresionante sobre unas andas decoradas con esmero por la camarera de ornato Pilar Campos y el resto de colaboradoras (Loli Turégano, Patri Domínguez, María Antonia Muriel, María Victoria Galapero, Pepi Barroso, Cristina, María Jesús, Marisa Domínguez, Lucía Durán, Angelita y Martina Garrosa). Las camareras se encargaron de la colocación de las flores. En las seis ánforas de plata de las andas llevaba gladiolos, claveles blancos y, como novedad, flor de cera malva, todo ello adquirido en la floristería Bouquet.
Más de 60 niños acompañaban a la Virgen, que igual que el resto de hermanos vestían con túnica azul cielo, capelina, guantes y cinturón blancos, y zapato negro. También desfilaron la banda municipal y de la diputación y la réplica del pendón de San Jorge. Siguió la Virgen hasta la ermita del Vaquero, donde el coro Alborada le cantó Virgen Morenita.
En Santiago la cofradía del Nazareno le rindió homenaje, la tuna le cantó en las Cuatro Esquinas. Y a partir de ahí enfiló hacia la plaza, donde hasta el ayuntamiento la porta la corporación. A las puertas del ayuntamiento, un altar decorado con el tradicional mantel, ramos de flores y macetones ornamentales, recibió a la Virgen, que con los sones del Himno de España entró luego en Santa María. Cáceres ya vive con pasión su Novenario.
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